UN PICOZAPATO DIFERENTE

– A todas y a todos mis exalumnos –

Ayer tarde salí a mirar por la ventana y vi un picozapato. Estaba cerca de la Tulivana, el río que tiene nombre de señora. Resultaba muy extraño que un ave africana de enormes dimensiones y en peligro de extinción estuviese por los Pirineos pues no es migratoria como otras de menor tamaño. Disponía de un monumental pico con forma de zapato que le daba su nombre además de un raro aspecto prehistórico muy gracioso. Era tan alto como un niño de quinto. Yo sé que cada nidada de estos avechuchos tiene una triste historia porque son cainitas. El pollo que sale antes del huevo no deja en paz a su hermano menor hasta hacerlo desaparecer. En la naturaleza hay muchos ejemplos, y los científicos creen que es una estrategia para tener éxito en la reproducción. Andaba pensando en esto que había visto en un documental y, de un vuelo, el picozapato se presentó en mi ventana. Mi sorpresa fue aún mayor cuando me contó cosas de su vida. Él había sido el pequeño de su nidada y por lo tanto firme candidato a sucumbir al cainismo de su hermano mayor. Así que un día decidió marcharse de casa.

         Me relató la aventura de cómo fue ayudado por seres tan extraños como él. En Sudán atravesó el desierto ayudado por descomunales dromedarios que avanzaban decenas de kilómetros con cada paso. En Libia, Atenea, arrepentida de sus desencuentros y luchas con muchas niñas por lograr ser sacerdotisa máxima, le ayudó trasladándolo con sus divinos poderes hasta la isla de Creta. Antes de despedirse le entregó la llave de la vida. Gracias a este amuleto, Perseo le facilitó el contacto con un unicornio gigante que lo llevó en su lomo hasta donde nacen las nubes. Éstas, adoptando diferentes formas de dinosaurios voladores que lo reconocieron como descendiente suyo, lo trajeron hasta nuestro pueblo. Aquí se instaló en una cueva que he tenido delante de mi casa toda la vida y que jamás había visto. Mi  amigo picozapato me mostró entonces su gran secreto. Montado en su fuerte pico, me acercó hasta su guardería de segundones pollos picozapatos. Desde hace quince años los rescata en origen y los devuelve adultos para evitar su más que probable desaparición. En aquel momento llegó una nube con forma de caballo alado y se llevó a veinticinco hasta África. Guardaré su secreto para que nadie los moleste.

LORENZO ASÍN